sábado, 25 de septiembre de 2010

La economía, la migración del sur y el pueblo romaní

Txanba Payés
Siempre se ha entendido -y se ha visto- al pueblo romaní como una comunidad de personas que viajan; su vida y su cultura -milenaria- ha estado ligada a las migraciones. No es de extrañar por tanto ver, en el viejo continente, el movimiento que aún conserva el pueblo romaní. El desplazamiento interno, en el país que residen, y/o a los demás países que ahora componen la Unión Europea es para ellos, además de tradición, una cuestión cultural. El estigma y epítetos que desde otrora han recibido por parte de la comunidad paya y, por el cual se han visto, muchas veces, acosados durante siglos por parte de los poderes que han existido y existen en estos países de la Unión, no ha sido ni es óbice para que no vivan con orgullo su cultura. No es culpa del romaní, más bien, es culpa del payo, que no ha sabido, desde antaño, entender y comprender el modo de vida de éstos. La cultura del payo no encaja con la de los romaní y viceversa. Si los primeros han metido de cuajo a los romaní a la marginalidad, los segundos, aún sabiendo de qué se les acusa -y acusaba- sin fundamento alguno, han optado por seguir viviendo su cultura y su idiosincrasia.

Es fácil para los partidos xenófobos y de derechas, en la actualidad, ondear la bandera del racismo, tanto contra los migrantes que vienen del sur, como ahora contra los gitanos que vienen de países del este, que como europeos entienden que también tienen derecho a desplazarse donde les plazca. Si ellos lo hacen, sin embargo, se levantan banderas xenófobas en contra de ese derecho elemental del que disfrutan los payos; a los gitanos, sin embargo, se les controla y se les aísla; se les estigmatiza y luego, como en el caso francés, se les expulsa.

Los migrantes que están llegando de los países del sur a trabajar y a residir en los países de la Unión, también y al igual que los romaní, viven casi a diario los insultos y repudios por parte de algunos nacionales, esto lo están viviendo, pues, los migrantes que vienen del sur y ahora lo vive la colectividad romaní: el rechazo que supone ser diferentes en la Unión Europea lo están aprendiendo ahora latinoamericanos, africanos, etc., y que algunos gobiernos, algunos partidos de derecha, de extrema derecha se valen del insulto y de echar la culpa a quienes llegan de lo mal que lo hacen sus gobiernos de turno a la hora de gobernar. El chivo expiatorio, por tanto, para desviar la atención de los males que aquejan a los ciudadanos. Estos partidos rubrican en la migración del sur, como es el caso de la comunidad gitana en Francia, las culpas. Estas expulsiones tampoco son nuevas en Francia.

No es que nos extrañe que sea Sarkozy el que impulse esta expulsión de los gitanos rumanos y búlgaros, y lo hace precisamente cuando la opinión pública francesa estaba en el mejor momento de denunciar los favores que este señor y su partido de derecha ha prestado a la archimillonaria Betancourt. Ahora ya no se habla de ella ni de las corruptelas de Sarkozy; hablamos, sí, de las expulsiones de gitanos. Y está bien hacerlo, porque sólo así, y es de reconocer, nos ponemos al servicio de los migrantes, y ahora de los gitanos que siempre han sido víctimas de las políticas xenófobas y racistas en el viejo continente, también ellos sufrieron durante la época nazi la muerte, la tortura y la represión. Todo esto en la Unión Europea que se supone la más libre y democrática del mundo por encima del imperialismo yanqui. ¿Y allí que está sucediendo?

Si en Europa a los romaní se les ha considerado desde siempre como una cultura marginal, en Estados Unidos a los migrantes latinoamericanos, y sobre todo y ante todo mexicanos y centroamericanos, se les ha considerado por parte de los gobiernos yanquis y de muchos gringos como los parias de la sociedad yanqui. Con ellos, por tanto, la comparación puede ser la misma.

Hace unos días fueron masacrados en el norte de México más de 70 migrantes, murieron tanto centroamericanos como migrantes que procedían del sur del continente. En Estados Unidos en estos últimos años la persecución por parte del Estado gringo y algunos ciudadanos, también fascistas, ya ha asesinado a varios mexicanos en algunos estados del sur de ese país como también en Nueva York. La situación, por tanto, no está siendo fácil para nuestros compatriotas latinoamericanos.

La comparación pues, entre el presidente Sarkozy y la presidencia de Obama respecto al tema migratorio, es similar o parecido, y tal cual parece, que las políticas migratorias están siendo consensuadas por ambos países, esta comparación puede parecer una grosería en las políticas de ambos. Sin embargo, lo grotesco muchas veces también tiene su consenso, y ese consenso grotesco neoliberal entre el imperio norteamericano y la mayoría de gobiernos de la Unión Europea que hacen un seguidismo ciego al FMI y al Banco mundial es cada vez más evidente.

La cuestión de fondo es, por tanto, la economía. Ahora Zarkosy trata de tapar estas políticas desviando la atención a tan horrendo escenario de las expulsiones, haciendo que los medios de comunicación se hagan eco de ello y no de las corruptelas y de sus reformas económicas neoliberales. La migración en el resto de Europa será una excusa perfecta para aquellos gobiernos que vayan en la misma línea neoliberal.

En el Estado español empezarán a echarle la culpa a los migrantes que vienen del sur de los males que puedan padecer los españoles de a pie con esto de la crisis y de las reformas que el gobierno llevará a cabo y, será el pistoletazo de salida para que ondeen, otra vez, el racismo y la xenofobia como banderas para azuzar con el miedo al migrante. Y los “mass media” se prestan a ello. La economía y la migración, sea esta del pueblo romaní o de las migraciones que proceden de los países del sur, están estrechamente ligadas, y a la raíz de tanta desigualdad que hay en el planeta, también. Es el mal que empuja a muchos a buscar mejores condiciones de vida, aunque éstas en el norte rico están por desaparecer.

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